Tiene 20 años y dice que ya lo perdió todo. Aunque acostumbraba a cruzar la frontera hacia Colombia, tenía su vida en Venezuela, pero la “situación país”, como ella le llama a la crisis política, social y económica, más una promesa de buen trabajo en Catatumbo, la hizo salir con su niño de tres años, abandonar todo lo que tenía y cruzar con la esperanza de una mejor vida como cocinera una finca.
Vendió su casa, sus muebles, todas sus cosas, para tener algo con qué vivir en El Tarra, un municipio de Norte de Santander, que esta semana también sufrió la violencia de los ataques del ELN y los enfrentamientos con la disidencia Estado Mayor de los Bloques y Frente que comanda Calarcá Córdoba.
Ella, sin nombre en este texto porque le da miedo darlo, recuerda que los primeros rumores de disparos se escucharon desde hace dos semanas, por lo que sus patrones le dijeron que lo mejor era irse rápido, que la situación iba a ponerse compleja. Alcanzó a coger lo que tenía cerca. Volvió a salir y también a perderlo todo pues no pudo sacar nada de lo que había conseguido después de dejar Venezuela en noviembre del año pasado.
Aunque no tiene nada ahora, más que dos cajas de bienestarina para su bebé de tres años -una de las tantas donaciones que llegaron al estadio General Santander de Cúcuta a donde arribó como los 18.260 desplazados que ha recibido esa ciudad-, dice que no se va a regresar a Venezuela. “No vamos a volver. Allá no tenemos plata, no tenemos trabajo, no tenemos nada, ¿me entiende?”, explica.
Ante la crisis que se vive en esta zona fronteriza, el gobierno venezolano anunció que recibiría a los desplazados del Catatumbo y que “todos los pasos de Colombia hacia Venezuela serán asegurados (…) En primer lugar, es la ayuda humanitaria. En segundo lugar, reforzar el tapón militar que ya nosotros colocamos hace casi dos meses. Tenemos en todo el perímetro de esa área de conflicto más de 2.000 hombres bajo las armas del lado venezolano”, señaló el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el miércoles.
Leave A Comment