La Diaspora – Eduardo Fernández

Dedico este artículo a rendir homenaje a los venezolanos de la diáspora. A los que se fueron y también a los que se quedaron sufriendo por causa de la separación. Padres que vieron partir a sus hijos. Hijos que vieron partir a sus padres. Hermanos separados. Esposos separados. Abuelos que con profundo sufrimiento vieron partir a sus nietos y viceversa, nietos que vieron partir a sus abuelos.

La diáspora es una tragedia por donde se la mire. Son compatriotas aventados al exilio por una gran variedad de causas. Sobre todo, por causas económicas. Compatriotas empobrecidos por las políticas económicas equivocadas de un gobierno enloquecido, ignorante y desentendido. El hambre, el desempleo, la pobreza, la falta de oportunidades, la ausencia de esperanza, todo ello mezclado ha provocado una emigración tan dolorosa como aquella que recuerda la historia con el nombre de la “emigración a oriente”.

También por supuesto hay miles de venezolanos aventados al exilio por razones políticas. Por haber incurrido en el “delito” de pensar diferente o de actuar, en ejercicio de sus derechos consagrados en la Constitución Nacional, haciendo oposición a un gobierno que ha empobrecido al país y a cada uno de sus habitantes y que gobierna en nombre de un socialismo del siglo XXI, que ha resultado ser un disparate mayúsculo.

Sea por razones políticas o por razones económicas o por otras razones, lo cierto es que son millones los venezolanos que han tenido que emigrar de su país. A ellos, a sus familiares, a sus amigos quiero hacer llegar mi testimonio de solidaridad y de afecto.

Venezuela siempre fue un país de inmigración. A nuestro país venían personas de los más diferentes países, sobre todo europeos y latinoamericanos en busca de oportunidades. Por muchos años Venezuela fue un país de oportunidades. Ahora somos un país de emigración. Millones de compatriotas que se lanzan a la aventura del exilio porque en su país no hay progreso, ni hay oportunidades de una vida digna.

La solución a ese problema es muy sencilla. Se impone un cambio de gobierno y un cambio de políticas. El cambio de gobierno deberia que hacerse de una manera pacífica, democrática, electoral y constitucional. Lamentablemente el 28 de julio del año pasado, el pueblo venezolano concurrió a las urnas y se pronunció mayoritariamente por ese cambio, pero prevaleció la arbitrariedad y el abuso de poder.

Por otra parte, el cambio de políticas económicas sólo será posible si se produce un cambio de gobierno. Con los mismos personajes es imposible generar la confianza necesaria para que vengan las grandes inversiones que se requieren para relanzar la economía venezolana, para generar empleos modernos y bien remunerados y para promover nuevas oportunidades para todos los ciudadanos.

Nadie cambia de país por gusto. Nadie asume los riegos, los peligros y los maltratos que generalmente acompañan al exiliado si no es por una razón de sobrevivencia personal y familiar.

Venezuela tiene con qué superar la crisis y volver a ser una tierra de oportunidades. Los venezolanos podemos hacerlo. Dios quiera que se den las circunstancias y que podamos ser testigos del regreso jubiloso de todos lo que se fueron y quieran regresar al calor de la familia y al calor de la patria.

A ellos, a los venezolanos de la diáspora, hago llegar el testimonio de mi más grande afecto y de mi más profunda solidaridad.

Seguiremos conversando.

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