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Madre Carmen Rendiles hizo de Caracas una ciudad de fe

La vida de la beata y próxima santa de Venezuela, Carmen Elena Rendiles Martínez, es un testimonio de fe inquebrantable, servicio desinteresado y superación personal. Como una mujer ejemplar, cuya vida de servicio y fe la llevó a ser reconocida en la Iglesia católica, es también un ejemplo de cómo la entrega a los demás es un camino a seguir. La reciente aprobación de su canonización es un motivo de celebración.

 

En la capital venezolana fundó varios colegios y casas para su congregación, incluyendo el Colegio Santa Ana y el Colegio Belén de Caracas. En sus pasillos su ejemplo sigue inspirando a muchos.

 

Nacida en Caracas, el 11 de agosto de 1903, fue fundadora de la Congregación de las Siervas de Jesús de Venezuela y dedicó su vida al servicio de los demás, especialmente a los pobres, enfermos y sacerdotes. A pesar de nacer con una discapacidad física, esto no impidió su profunda vocación religiosa y su espíritu de entrega.

 

La Madre Carmen Rendiles fue beatificada en Caracas el 16 de junio de 2018, convirtiéndose en la tercera beata venezolana, después de la Madre María de San José y la Madre Candelaria de San José. Su proceso fue aprobado tras el reconocimiento de un milagro ocurrido en 2003: la inexplicable curación del brazo de una cirujana que había sufrido una descarga eléctrica.

 

 

 

Este año es también de gran alegría para la Iglesia católica en Venezuela, pues el papa Francisco ha aprobado el decreto que reconoce un segundo milagro atribuido a la beata Carmen Elena Rendiles Martínez, lo que significa que será canonizada y se convertirá en la segunda santa venezolana.

 

Congregación, calles y legado

Caracas, como la vibrante capital de Venezuela, fue mucho más que el lugar de nacimiento para Carmen Elena Rendiles Martínez, ya que se constituyó en el epicentro de su profunda vocación y el escenario principal donde desplegó una vida de servicio y fe inquebrantable.

 

 

 

Desde sus primeros años hasta la fundación de su congregación, las calles y las necesidades de Caracas moldearon su espíritu y definieron el alcance de su legado, que hoy la encamina hacia la santidad.

 

Nacida en el seno de una familia caraqueña, Carmen Elena experimentó desde temprana edad las realidades sociales de su entorno. A pesar de la limitación física que la acompañó desde su nacimiento, su corazón se abrió a las necesidades de los más vulnerables de su ciudad. Caracas, con sus contrastes y desafíos, se convirtió en el campo donde germinó su deseo de entrega y su profunda conexión con la Iglesia católica.

 

 

 

Ante las buenas nuevas sobre la Madre, el cardenal Baltazar Porras expresó su felicidad y describió la canonización como un obsequio del papa Francisco para la fe venezolana, con la esperanza de que sea útil. «Para darnos cuenta de la presencia de la fe y de la santidad que tenemos que cultivarla ahora mucho más”, expresó.

 

 

 

“Con esto tenemos ahora la primera mujer santa caraqueña venezolana que se une a nuestro santo José Gregorio Hernández. Estamos a la espera de que se fije la fecha de canonización, que probablemente sea a finales del verano o comienzo del otoño», dijo.

 

Congregación al servicio integral de las personas

Fue precisamente en Caracas donde la visión de Madre Carmen comenzó a tomar forma. Consciente de las carencias educativas y espirituales de la época, sintió la llamada a fundar una congregación religiosa que se dedicara al servicio integral de la persona.

 

Así, en esta misma ciudad, dio sus primeros pasos la Congregación de las Siervas de Jesús de Venezuela. La capital fue así la cuna de esta obra que se expandiría para llevar consuelo, educación y apoyo a quienes más lo necesitaban.

 

 

 

Su labor se centró especialmente en la educación y la atención a los más desfavorecidos. Fundó instituciones educativas emblemáticas como el Colegio Santa Ana y el Colegio Belén. Estas escuelas no solo ofrecieron una formación académica de calidad, sino que también se convirtieron en espacios de formación en valores cristianos y de promoción humana.

 

Para la Madre Carmen, educar en Caracas significaba ofrecer oportunidades de crecimiento y desarrollo a las jóvenes, preparándolas para ser mujeres comprometidas con su fe y con su comunidad.

 

Su servicio no se limitó a la educación, hizo un trabajo de entrega para atender las necesidades de los enfermos y de la importancia del acompañamiento espiritual.

 

 

«Tenemos ahora a la primera mujer santa caraqueña venezolana que se une a nuestro santo José Gregorio Hernández. Estamos a la espera de que se fije la fecha de su canonización”

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