Documentales de Wim Wenders y Gianfranco Rosi y películas inspiradas en su vida -y en la de Benedicto XVI-, como Los dos papas, han trasladado al papa Francisco al cine, un arte que el pontífice amaba porque “enseña a custodiar la memoria”.
No es novedad que la figura del papa y las intrigas del Vaticano hayan sido y son objeto de deseo por el cine, que ha reflejado el mundo católico en títulos como Las sandalias del pescador (The Shoes od the Fisherman, 1968), Amen (2002), Habemus Papam (2011) o la saga de El código Da Vinci (The Da Vinci Code), protagonizada por Tom Hanks entre 2006 y 2016.
Pero la vida de Jorge Mario Bergoglio y su figura como el papa Francisco contenía suficientes elementos como para ser protagonista de documentales, ficciones o libros que han reflejado su trayectoria, con mayor o menor fortuna. Algo a lo que el papa, cinéfilo confeso, nunca se opuso.
Incluso iba a ser el primer papa en visitar los famosos estudios de Cinecitta, el pasado mes de febrero, pero su delicada salud le obligó a suspender su presencia el 17 de febrero en la misa del Jubileo de los artistas.
Se prestó sin dudarlo a ser entrevistado en profundidad por Wenders para su documental El papa Francisco: un hombre de palabra (Pope Francis: A Man of His Word, 2018), del que el cineasta alemán sacó una conclusión muy clara, que Bergoglio era “inmensamente optimista”.
El director acompañó al papa en sus viajes a favelas o a centros de detención, en sus discursos en Naciones Unidas o en el Senado estadounidense, y escuchó sus preocupaciones para retratar al papa pero también al hombre, como explicó al presentar su trabajo en el Festival de Cannes.
En 2023 se estrenó otro documental, del italiano Gianfranco Rosi, que también siguió a Francisco en su recorrido por el mundo. In viaggio, viajando con el papa Francisco (In viaggio).
Y también ha habido destacadas ficciones inspiradas en la figura de Francisco. Entre ellas, Los dos papas (The Two Popes, 2019), una deliciosa historia que firma el brasileño Fernando Meirelles y que juega con la idea de los posibles encuentros y conversaciones de ambos.
Jonathan Pryce interpreta al papa Francisco y Anthony Hopkins a Benedicto XVI en un ejercicio de estilo, de humor y de elegancia que inicialmente iba a ser un retrato del pontífice argentino pero que se transformó en unas largas e inteligentes conversaciones cuyos textos fueron sacados palabra por palabras de entrevistas, libros y sermones.
Detalles como el gusto de Benedicto XVI por la Fanta o la pasión de Francisco por el fútbol y, sobre todo, por el club del San Lorenzo, son hechos reales que contribuyeron a dar veracidad a la película.
Jonathan Pryce interpreta al papa Francisco y Anthony Hopkins a Benedicto XVI en un ejercicio de estilo, de humor y de elegancia que inicialmente iba a ser un retrato del pontífice argentino pero que se transformó en unas largas e inteligentes conversaciones cuyos textos fueron sacados palabra por palabras de entrevistas, libros y sermones.
Detalles como el gusto de Benedicto XVI por la Fanta o la pasión de Francisco por el fútbol y, sobre todo, por el club del San Lorenzo, son hechos reales que contribuyeron a dar veracidad a la película.
Pero Pryce no fue el único en encarnar a Francisco. También lo hicieron el argentino Rodrigo de la Serna y el chileno Sergio Hernández en dos etapas diferentes de su vida en el filme Llámame Francisco: la vida de un Papa (Chiamatemi Francesco – Il Papa della gente, 2015), centrado en la juventud de Bergoglio y dirigido por Daniele Luchetti.
Y el argentino Dario Grandinetti en Francisco: El padre Jorge (2015), una película de Beda Docampo, centrada igualmente en su vida antes de convertirse en papa.
Mucho cine para un papa que adoraba el séptimo arte, que hace poco más de un año se reunió en el Vaticano con Martin Scorsese con el que habló de su próximo proyecto de una película sobre la vida de Jesús y que con 12 años ya había visto todas las películas con Anna Magnani y Aldo Fabrizi, como Roma città aperta, de Roberto Rossellini.
Los filmes de los maestros neorrealistas de la posguerra, le aportaron una mirada nueva al mundo y a las personas más vulnerables, como contó en una entrevista en el libro Lo sguardo: porta del cuore, de Dario Edoardo
Fuente: Infobae
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