Las montañas que rodean la ciudad de Nagano, en Japón, han sido testigos de un espectáculo natural impresionante, la floración simultánea de aproximadamente siete mil cerezos; este fenómeno, que se repite cada primavera, transforma el paisaje en un extenso manto rosado que atrae a visitantes nacionales e internacionales.
La floración de los cerezos, conocida como “sakura”, varía cada año y depende de factores climáticos. Japón alberga diversas variedades de estos árboles, cada una con su propio ciclo de florecimiento. En general, el periodo de esplendor dura alrededor de dos semanas, tiempo en el que los ciudadanos y turistas se congregan en parques y montañas para disfrutar de la vista.
El recorrido de la floración comienza en enero en Okinawa, la región más cálida del país, y avanza progresivamente hacia el norte. Hokkaido, la isla más septentrional, es el último punto donde los cerezos despliegan sus flores, marca el final de la temporada. Entre finales de marzo y principios de abril, ciudades como Tokio, Kioto y Nagano se convierten en los principales destinos para apreciar el fenómeno en su máxima expresión.
Para los visitantes, este evento representa una oportunidad única de contemplar la belleza efímera de los cerezos en flor, una tradición profundamente arraigada en la cultura japonesa. Con múltiples espacios naturales habilitados para la ocasión, la primavera en Japón sigue consolidándose como una de las estaciones más esperadas del año.
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