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Luis Herrera Campins y el centenario de la Academia Venezolana de la Lengua

Luis Herrera Campins y el centenario de la Academia Venezolana de la Lengua

Por Horacio Biord Castillo

Dos centenarios se entrelazan de manera circunstancial, aunque institucional en su momento. Se trata de la celebración del centenario de la Academia Venezolana de la Lengua el 26 de julio de 1983. Ese año se celebraba además el bicentenario del natalicio de Simón Bolívar.

Luis Antonio Herrera Campíns fue un abogado, periodista y político venezolano. Fue presidente de Venezuela entre 1979 y 1984. Fue llamado el «Presidente Cultural» debido a sus importantes aportes a la cultura venezolana.​

El gobierno venezolano quiso que fuese una ocasión para convocar el espíritu venezolano, en sus más prístinas acepciones, sin chauvinismo, ni patriotismos o nacionalismos exacerbados y mal entendidos, que terminan por excluir más que por exaltar las identidades y reforzar los lazos sociales que les son inherentes.

Era un momento de gran significación para Venezuela, quizá un punto de inflexión para comprender la historia del país y sus regiones en el contexto latinoamericano. Ese ejercicio de entenderse y entendernos debía servir, como en ocasiones similares, para hacer un repaso crítico y una evaluación que permitieran proyectarnos como país. Hubiera sido el momento perfecto, antes de todas las campanadas que luego, entre 1989 y 1994, recibiera la dirigencia política venezolana sin prestarles la debida atención.

Poco antes se había celebrado, entre 1979 y 1980, el sesquicentenario de la disolución de la República de Colombia, llamada Gran Colombia para distinguirla del país actual, y también el cincuentenario de Doña Bárbara, una obra enraizada en el imaginario social venezolano y, a la vez, sustentadora de muchos de nuestros símbolos identitarios; el sesquicentenario de la muerte del Libertador en 1980 y el bicentenario de Andrés Bello en 1981.

Esa serie de eventos tenía una gran importancia para aproximarse a la historia y la identidad de Venezuela. Esto guardaba, además, una especial relevancia por haber sido 1983, precisamente, un año tan complejo por todas las circunstancias económicas y sociales por las que atravesaba el país desde los años inmediatamente anteriores.

En ese contexto, la Academia Venezolana de la Lengua, nacida como Academia Venezolana, correspondiente de la Real Española, por decreto del presidente Antonio Guzmán Blanco del 10 de abril de 1883, celebraba su primer centenario. Correspondió a Luis Herrera Campins, como presidente constitucional de la República, pronunciar el discurso solemne en el acto conmemorativo de esa efeméride, celebrado en el paraninfo del Palacio de las Academias, en Caracas, el 26 de julio de 1983.

El presidente Herrera Campins comenzó su discurso de la siguiente manera: “La Academia Venezolana de la Lengua correspondiente de la Española penetra hoy en el venerable recinto de los centenarios. La conduce a mano, con celo y gentileza, un poeta de suaves claridades, de verso diáfano, de tenues azules refrescados por una amable brisa: José Ramón Medina, su director. [/] La integran personas de probada erudición filológica y de gran dominio del idioma, cuya pureza defienden de manera permanente con dedicación y seriedad, por lo que no puede aplicársele a la Academia de hoy la punzante travesura de don Pedro Emilio Coll, quien la llamaba en su tiempo “La Academia de las malas lenguas” (negritas en el original, p. 3).

Luego de referirse al acto inaugural de La Academia Venezolana de la Lengua y al accidentado discurso de su primer presidente, el propio general Guzmán Blanco que la había creado, el presidente Herrera Campins hace algunas observaciones que recogen sus preocupaciones en materia de educación y planificación lingüística: “El idioma se enriquece por el estudio, por la lectura, por la conversación. Nuestra escuela tiene que volver a enseñar al niño a leer y a escribir, especialmente a leer de corrido y en alta voz con las naturales inflexiones que sugiere la sintaxis. La deshumanización urbanística, contra la cual ha venido luchando a brazo partido mi gobierno, si no ha abolido la charla, la ha reducido a su mínima expresión, si por desuso se va reduciendo cada vez más el número de palabras en la conversación ordinaria y se hace más difícil la construcción de frases capaces de desarrollar y exponer conceptos en un orden lógico» (p. 14). El humanismo cristiano, fuente ideológica del presidente Herrera Campins, veía con preocupación la deshumanización que implica la masificación de las grandes ciudades.

Refiriéndose al mito bíblico de la Torre de Babel, el presidente Herrera señala: «Sin pretender caer en el campo de la interpretación teológica del texto sagrado, subrayo apenas el contenido del concepto: con la unidad de lengua, el hombre conseguirá todo lo que se proponga. Con los esfuerzos que la ciencia y la tecnología están haciendo, ¿estaremos al principio de la gran obra humana, de la que forma parte destacada la conquista del Cosmos, con la cual el hombre parece gritar y demostrar que ahora sí está hecho a la imagen y semejanza de Dios?» (pp. 15-16

En ese contexto, la Academia Venezolana de la Lengua, nacida como Academia Venezolana, correspondiente de la Real Española, por decreto del presidente Antonio Guzmán Blanco del 10 de abril de 1883, celebraba su primer centenario. Correspondió a Luis Herrera Campins, como presidente constitucional de la República, pronunciar el discurso solemne en el acto conmemorativo de esa efeméride, celebrado en el paraninfo del Palacio de las Academias, en Caracas, el 26 de julio de 1983.

El presidente Herrera Campins comenzó su discurso de la siguiente manera: “La Academia Venezolana de la Lengua correspondiente de la Española penetra hoy en el venerable recinto de los centenarios. La conduce a mano, con celo y gentileza, un poeta de suaves claridades, de verso diáfano, de tenues azules refrescados por una amable brisa: José Ramón Medina, su director. [/] La integran personas de probada erudición filológica y de gran dominio del idioma, cuya pureza defienden de manera permanente con dedicación y seriedad, por lo que no puede aplicársele a la Academia de hoy la punzante travesura de don Pedro Emilio Coll, quien la llamaba en su tiempo “La Academia de las malas lenguas” (negritas en el original, p. 3).

Luego de referirse al acto inaugural de La Academia Venezolana de la Lengua y al accidentado discurso de su primer presidente, el propio general Guzmán Blanco que la había creado, el presidente Herrera Campins hace algunas observaciones que recogen sus preocupaciones en materia de educación y planificación lingüística: “El idioma se enriquece por el estudio, por la lectura, por la conversación. Nuestra escuela tiene que volver a enseñar al niño a leer y a escribir, especialmente a leer de corrido y en alta voz con las naturales inflexiones que sugiere la sintaxis. La deshumanización urbanística, contra la cual ha venido luchando a brazo partido mi gobierno, si no ha abolido la charla, la ha reducido a su mínima expresión, si por desuso se va reduciendo cada vez más el número de palabras en la conversación ordinaria y se hace más difícil la construcción de frases capaces de desarrollar y exponer conceptos en un orden lógico» (p. 14). El humanismo cristiano, fuente ideológica del presidente Herrera Campins, veía con preocupación la deshumanización que implica la masificación de las grandes ciudades.

Anticipándose a lo que luego serían la Internet, las redes sociales y todo el mundo de la informática, el presidente Herrera señala: “Ese maravilloso invento, que es la televisión, aunque su idioma y su mensaje están en la imagen que proyecta, tiene sin embargo la virtud de ampliar el horizonte del conocimiento de los niños y jóvenes y de recudir [por reducir] tanto las distancias geográficas y enlazar los pueblos por la información y la comunicación vertiginosa, que todo parece estar sucediendo en nuestra inmediata cercanía. Como se ha dicho y repetido hasta la saciedad, la televisión no has hecho de verdad contemporáneos a todos los seres humanos» (p. 14).

El presidente Herrera insiste: «No podemos olvidar que estamos en presencia de una novedad revolucionaria llamada Economía de Información, Sociedad de Información e Industrias del Conocimiento, que requiere la preparación de los recursos humanos para dar sin traumas el salto cualitativo a que nos impulsa la naciente civilización cósmica, en la cual los científicos los inventores, los tecnólogos, los creativos, los hombres de letras, los intelectuales tienen una palabra muy importante que decir para evitar una deshumanización global y para darle a la nueva civilización el aliento de paz, solidaridad y amor que ella reclama» (p. 15) y señala taxativamente: «Está surgiendo un nuevo idioma universal (que desde luego no es el esperado), por obra de la electrónica y de la tecnología concurrente» (p. 15).

Refiriéndose al mito bíblico de la Torre de Babel, el presidente Herrera señala: «Sin pretender caer en el campo de la interpretación teológica del texto sagrado, subrayo apenas el contenido del concepto: con la unidad de lengua, el hombre conseguirá todo lo que se proponga. Con los esfuerzos que la ciencia y la tecnología están haciendo, ¿estaremos al principio de la gran obra humana, de la que forma parte destacada la conquista del Cosmos, con la cual el hombre parece gritar y demostrar que ahora sí está hecho a la imagen y semejanza de Dios?» (pp. 15-16).

Con esa reflexión, de forma visionaria el presidente Herrera Campins plantea una interrogante que vista más de cuatro décadas después nos señala uno de los grandes dilemas de lo que pudiéramos llevar “macrocivilización tecnológica”, porque encierra y engloba varios horizontes civilizatorios, que se va imponiendo sobre otras civilizaciones, entre ellas la occidental, y va suprimiendo valores y reinterpretando, modificando y generando otros. La preocupación tecnológica, sus implicaciones éticas y socioeconómicas, el acceso diferencial a la tecnología, la estratificación de su uso no solo entre personas sino entre países y regiones, la tecnocracia y sus roles, son temas de gran actualidad.

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