La iglesia católica a lo largo de los años, tuvo diversas celebraciones de vital importancia para los feligreses, como por ejemplo, el primero de noviembre, que se festeja el Día de Todos los Santos y aunque el nombre puede hacer creer que se trata de resaltar a todos los santos venerados, la realidad es, que este día exige agradecer y recordar a todas aquellas personas que vivieron sus vidas en base a los ideales y valores cristianos.
Sin embargo, su origen no fue de casualidad, en Europa Central y Occidental, existieron unos grupos llamados antiguos Celtas que celebraban el 31 de octubre en honor a Samhain, el dios de los muertos. El irlandés George Keating escribió el libro The History of Isreland en 1857, donde relató que los celtas de la época creían que las fuerzas de las tinieblas estaban presentes, debido a eso, encendían una gran hoguera con la fe de complacer a los dioses druidas y, al creer que las almas de los muertos regresaban a sus hogares, las personas se disfrazaban y se ponían máscaras.
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