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Eduardo Fernández: El Salario

EL SALARIO

 

Cuando llegó la revolución bolivariana, en 1998, los trabajadores venezolanos disfrutaban del salario mínimo más elevado de todo el continente. Veinticinco años más tarde, los trabajadores venezolanos tienen el salario mínimo más bajo de todo el continente.

Un cuarto de siglo de revolución ha destruido el salario de los trabajadores, ha acabado con la moneda venezolana, ha dolarizado la economía. Ellos tan antimperialistas han destruido el bolívar como signo monetario de nuestra nación y lo han sustituido por el dólar, signo monetario del imperio. El peso colombiano se ha convertido en moneda de curso corriente en la frontera.

 

Hacer el mercado para una familia de trabajadores o de clase media se ha convertido en un vía crucis. Además, cubrir los gastos de la educación de los hijos, cada día se hace más difícil. Atender los gastos de la salud, de hospitalización y de las medicinas se ha transformado en un infierno. Además, tenemos que pagar por servicios públicos cada día más caros e ineficientes: agua, luz eléctrica, teléfonos, etc., y el ingreso familiar no alcanza para atenderlos.

 

El primer deber de un gobierno es el de preocuparse por la calidad de la vida de la gente. Como lo dijo Bolívar, en el discurso de Angostura, el gobierno debe procurar el mayor grado de felicidad de los ciudadanos. El socialismo del siglo XXI lo que ha hecho es lo contrario, incrementar la infelicidad de la gente, el empobrecimiento de la clase media y de los sectores populares.

 

Las dos promesas fundamentales de la llamada “revolución” fueron acabar con la pobreza y acabar con la corrupción. Desde la época de la Revolución Federal no había tanta pobreza y tanta miseria como la que estamos padeciendo hoy en día. Nunca los pobres habían sido tan maltratados y tan “empobrecidos”. Valga la redundancia.

Nunca había habido tanta corrupción y nunca había sido tan grosero el contraste entre la opulencia de la minoría de los enchufados y la miseria del resto de la sociedad.

 

Mejorar el salario de los rabajadores es una prioridad nacional. Para hacer eso posible es indispensable lograr la recuperación de la economía. Y para recuperar la economía es indispensable resolver la crisis política y generar confianza en los inversionistas y en la comunidad financiera internacional.

 

Hay gobiernos que se preocupan por la felicidad y el bienestar de los ciudadanos. Hay otros para los cuales lo único importante es perpetuarse en el poder. Nada importa para estos últimos el sufrimiento de los ciudadanos y el deterioro de la calidad de la vida. Lo único importante es mantenerse en el poder, aunque sea atropellando la Constitución y pasando por encima de la voluntad popular.

 

Es el imperio de la fuerza contra la razón y contra la ley y contra la soberanía popular. Nos quedamos con el poder “por las buenas o por las malas”. Y no le prestamos atención al sufrimiento de la población.

 

El salario de los trabajadores venezolanos no alcanza para nada. Eso no es justo. Además, está claro que el deterioro del poder adquisitivo del salario de los trabajadores es el resultado de políticas económicas equivocadas inspiradas en el socialismo, el populismo y la demagogia desenfrenada.

 

Aquel grito irresponsable de “exprópiese” ha tenido sus consecuencias: pobreza, miseria, deterioro de la calidad de la vida y destrucción de la moneda, liquidación de las prestaciones sociales, del ahorro y de las pensiones de jubilación.

 

“No hay mal que dure tantos años”. Vendrán tiempos mejores para Venezuela y para los venezolanos. Sobre todo para los trabajadores venezolanos. Un gran esfuerzo se requiere para promover la unión y el progreso de todos nuestros compatriotas.

 

Seguiremos conversando.

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