Es una de las tres virtudes teologales. Las otros dos son la Fe y la Caridad. Los venezolanos no podemos permitir que nos roben la esperanza. La esperanza no sólo en la vida sobrenatural, sino también en un futuro de Unión y de Progreso para nuestro país, para la nación y para cada una de las familias venezolanas
Hemos vivido años muy difíciles. Más difíciles fueron los años de la guerra de la independencia. Más difíciles fueron los años de la guerra de Vietnam. Hoy Vietnam es una potencia democrática y económica en el Sureste asiático.
Tenemos futuro, un futuro esplendoroso. No podemos permitir que el pesimismo nos venza, que el desaliento nos derrote.
Ellos tienen la fuerza. Nosotros tenemos la razón. Siempre recuerdo la famosa frase del maestro Unamuno en la magistral respuesta al General franquista Millán Astray: “Venceréis porque tenéis la fuerza, pero no convenceréis porque no tenéis la razón.”
No podemos renunciar a soñar con un destino superior para Venezuela y a trabajar por hacerlo posible. Una Venezuela con más y mejor democracia, sin presos políticos ni violaciones de derechos humanos. Sin torturas ni exilados, ni emigrantes. Sin partidos intervenidos judicialmente. Sin líderes políticos inhabilitados sin respetar el derecho a la defensa y al debido proceso.
Soñar con una Venezuela en pleno crecimiento económico. Capaz de satisfacer las necesidades domésticas y de competir en los mercados internacionales. Una economía que genere riquezas para todos, oportunidades para todos y empleo para todos. Una economía que nos permita aprovechar el inmenso potencial que la Providencia Divina puso a nuestro servicio. Potencia minera e industrial, agropecuaria y agroindustrial. Potencia turística que genere ingresos y empleos modernos para todos los venezolanos.
Soñar con una Venezuela que tenga el mejor servicio de salud pública a la orden de todos los ciudadanos. De los más ricos y de los más pobres. Acabo de pasar por una crisis de salud que me ha permitido comprobar la alta calidad de nuestros médicos, del personal paramédico y de los servicios profesionales. Esa medicina tiene que estar al alcance de todos los ciudadanos.
Soñar con una Venezuela que tenga la mejor educación al servicio de todos. Las mejores escuelas, los mejores maestros, bIen preparados y bien remunerados. Las mejores universidades y escuelas técnicas. El mejor equipamiento tecnológico.
Soñar con una Venezuela en donde se reduzca hasta desaparecer la pobreza, el hambre, la marginalidad. Lograr la disminución primero y la desaparición después de la pobreza a base de tres palabras claves: educación, inversiones y empleo. Para que los que dejen de ser pobres lo logren, no gracias a las dádivas humillantes del estado, sino gracias a la dignidad de su propio trabajo, de su preparación profesional y de su esfuerzo personal.
Soñar con una Venezuela en la que todos los pueblos, pequeños, medianos o grandes, tengan electricidad sin interrupciones y agua potable para atender todas las necesidades de la familia. Una Venezuela bien comunicada, con vialidad moderna, con telefonía de primer mundo, con servicio de internet de excelencia y, como dice la gaita zuliana “con autopistas a granel”.
Una Venezuela con una Fuerza Armada Profesional al servicio de toda la nación. Sin banderas político-partidistas y con el equipamiento indispensable para el cumplimiento de su misión. Una institución armada querida, respetada y admirada por todos los ciudadanos.
Una Venezuela que tenga relaciones con todos los países del mundo. Especialmente con los países más cercanos por la geografía, por la historia y por los valores culturales compartidos.
Una Venezuela de todos y para todos. En donde impere la armonía, el respeto por la opinión ajena, elecciones democráticas y transparentes y absoluta libertad de expresión. Sin hegemonías mediáticas de ninguna especie.
Esa Venezuela podemos y debemos construirla entre todos. No que una parte del país derrote a la otra parte, sino que todos podamos trabajar juntos, en ambiente unidad y de amor por el país y por los ciudadanos, con inteligencia y con devoción.
Esa Venezuela es posible. A pesar de todas las dificultades, esa Venezuela de nuestros sueños, la podemos lograr. No dejemos que nos roben la esperanza. Y vamos a trabajar todos por construirla.
Seguiremos conversando.
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