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Este es el conflicto comercial que Xi Jinping ha estado esperando

  1. Xi Jinping lleva años preparándose para este momento.

 

En abril de 2020, mucho antes de que el presidente Donald Trump iniciara una guerra comercial que sacudiría la economía mundial, el máximo dirigente chino celebró una reunión con altos cargos del Partido Comunista y expuso su visión para revertir la situación en una confrontación con Estados Unidos

Las tensiones entre su gobierno y la primera gestión de Trump habían estado latentes debido a una ronda anterior de aranceles y restricciones tecnológicas. Las cosas empeoraron tras la aparición de la covid, que paralizó el comercio mundial y puso de manifiesto hasta qué punto Estados Unidos, y el resto del mundo, necesitaban a China para todo, desde mascarillas quirúrgicas hasta analgésicos.

Ante la preocupación de Washington por el desequilibrio comercial, China podría haber abierto su economía a más empresas extranjeras, como se había comprometido a hacer hace décadas. Podría haber comprado más aviones, petróleo y soja estadounidenses, como sus funcionarios habían prometido a Trump durante las conversaciones comerciales. Podría haber dejado de subvencionar fábricas y empresas estatales que fabricaban acero y paneles solares tan baratos que muchos fabricantes estadounidenses quebraron

En lugar de ello, Xi optó por una línea de acción agresiva.

 

Los dirigentes chinos deben “reforzar la dependencia de las cadenas de producción internacionales con respecto a nuestro país, formando una poderosa capacidad para contrarrestar y disuadir a las partes extranjeras de interrumpir artificialmente los suministros” a China, dijo Xi en su discurso ante la Comisión Central de Asuntos Financieros y Económicos en 2020.

Xi ha incrementado las exportaciones y ha afianzado la posición de China como principal base manufacturera del mundo, en parte al ordenar al sistema bancario comercial controlado por el Estado que prestara 2 billones de dólares adicionales a prestatarios industriales en los últimos cuatro años, según datos del banco central chino. También ha incorporado nuevas armas de guerra económica al arsenal del país: controles a las exportaciones, leyes antimonopolio y listas negras para contraatacar a las empresas estadounidenses.

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