Es bien sabido que el beisbol es un deporte en el que tienen éxito sólo quienes aprenden a vivir con el fracaso, después de todo los “peloteros buenos” fallan aproximadamente siete de cada 10 turnos. Porque no se trata de ser perfecto, sino más bien de ser oportuno y resiliente. Entendiendo que, al final del día, las malas rachas también son parte del juego y de ellas se desprenden reacciones que atrapan a la afición. Si no me creen vean el comienzo de temporada que ha vivido José Altuve.

A lo largo de su carrera de 15 años en Grandes Ligas, todos con los Astros de Houston, Altuve se ha distinguido por ser un excelso bateador de contacto, que usualmente puede sacarla del parque y sentenciar a cualquier rival. Estamos hablando de un slugger que en al menos la mitad de las zafras disputadas ha bateado .300 o más, tuvo cuatro campañas seguidas de 200 o más hits y en un par de ocasiones ha superado la barrera de los 30 estacazos.

No es el primer venezolano que te viene a la mente cuando se habla de poder, pero si es el primero que suena cuando se intenta buscar al próximo criollo capaz de escribir su nombre en el Grupo de los 3.000 hits, donde hasta ahora solo está Miguel Cabrera en representación de Venezuela.

Y es que, ahora mismo, con 35 años, es el séptimo criollo con más imparables en MLB con un total de 2289, solo por detrás de David Concepción (2326), Andrés Galarraga (2333), Bob Abreu (2470), Luis Aparicio (2677), Omar Vizquel (2877) y Miggy (3174).