Si por algo se ha caracterizado Luis Arráez a lo largo de su todavía joven carrera en las Grandes Ligas, es por su gran capacidad para hacer contacto con la bola. El toletero de los Padres de San Diego podrá no ser el pelotero más productivo, ni el que más fuerza posee, pero sí tiene una habilidad envidiable para conectar hits y para convertirse en un dolor de cabeza para los lanzadores rivales.
2024 había empezado siendo un año flojo para «La Regadera». El venezolano no había encontrado su mejor versión y su promedio al bate era tremendamente bajo para ser él. Sin embargo, ha levantado poco a poco, especialmente desde que fue cambiado a los Padres de San Diego.
Durante sus primeros 33 juegos del año, aún con el uniforme de Miami, Arráez bateó para .299/.347/.372/.719. Sin embargo, desde que llegó a los Padres, sus promedios han subido a .333/.382/.373/.754, y además ha recuperado el primer lugar en una estadística en la que suele ser indiscutiblemente el mejor de todo el beisbol.
En las últimas dos temporadas de las Grandes Ligas, Luis Arráez ha sido el jugador con menor cantidad de ponches de todo el beisbol y también el de menor porcentaje de ponches, lo que demuestra que es un bateador que sí o sí hace contacto con los lanzamientos que ve durante los juegos de pelota.
Su inicio de 2024 en este apartado había estado por debajo de sus estándares, ya que en las 148 apariciones al plato que tomó con Miami, tenía 11 ponches, lo que deja un porcentaje de ponches del 7.4%, número que sigue siendo fantástico, pero que era superado por el coreano Jung Hoo Lee, de los Gigantes de San Francisco.
De esta manera, y pese a tener un inicio atípico, se puede decir con certeza que Luis Arráez es nuevamente el jugador más difícil de ponchar en todo el beisbol organizado.
Fuente: Meridiano
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