Durante más de una década, los menores no acompañados que huyen de las penurias en sus países han viajado al norte desde Centroamérica para cruzar la frontera entre México y Estados Unidos. A muchos se les ha permitido quedarse en Estados Unidos, y el gobierno ha evitado que la mayoría de ellos experimente todo el peso de la aplicación de las leyes de inmigración
En el gobierno de Donald Trump, cada vez más de esos niños se encuentran cara a cara con agentes federales.
De Nueva York a Hawái, los agentes se han presentado sin previo aviso en escuelas, hogares y albergues de inmigrantes para entrevistar a los niños.
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