Benjamín Netanyahu y la ultraderecha agresiva y militarista que lidera con devoción fanática, insisten en señalar que todos los que critiquen la política de su Gabinete contra la Franja de Gaza están de acuerdo y son aliados de Hamás. Esta visión distorsionada y chantajista resulta inaceptable. Es posible condenar sin atenuantes el ataque criminal contra la indefensa población de Israel por parte del grupo terrorista Hamás, el 7 de octubre de 2023, y a la vez reprobar el ensañamiento de las tropas israelíes contra la población civil gazatí, especialmente ancianos y niños. Estar a favor de los sufridos habitantes palestinos de ningún modo significa avalar los delitos de un grupo que ha sido calificado de terrorista por gran parte de la comunidad internacional.
La destrucción sistemática y continua de Gaza, y su ocupación progresiva, viola los derechos humanos de sus pobladores, desconoce el derecho internacional, vulnera los Acuerdos de Oslo, que incluyeron el retiro parcial del ejército israelí de la Franja, y constituyen una operación de exterminio contra los palestinos. Netanyahu y su gente están llevando adelante una razia que tiene mucho de supremacismo genocida, emparentado con lo perpetrado por los nazis contra el pueblo judío durante el Holocausto
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