Es difícil separar el trabajo de campaña de Musk de otras influencias que llevaron a Trump a la Casa Blanca. Su papel podría inspirar iniciativas similares y contribuir a transformar las campañas modernas
Musk -quien antes cultivaba una imagen de genio tecnológico excéntrico que estaba al margen de la política- le entregó su apoyó absoluto a la campaña de Trump después de que éste sobreviviera a un atentado contra su vida durante un evento de campaña en Butler, Pennsylvania, el 13 de julio.
En la estridente reunión de la noche electoral del martes, Elon Musk se sentó a dos asientos de Donald Trump, dispuesto a atribuirse mucho del mérito de su decisiva victoria presidencial.
“Mi comité independiente de campaña, America PAC, mejoró enormemente la campaña republicana en el terreno en los estados disputados”, dijo Musk al comentarista conservador Tucker Carlson en una entrevista en Mar-a-Lago, la residencia y club privado de Trump en Florida. Publicó un meme desí mismo en el Despacho Oval para sus 203 millones de seguidores en X, su plataforma de redes sociales.
Su vuelta de celebración fue el punto culminante de un esfuerzo que comenzó hace solo seis meses y que dependía de una arriesgada apuesta: el nuevo comité independiente de campaña de Musk dirigió eficazmente la operación de captación de votos de Trump en los estados más disputados, y Trump confió una función crucial de la campaña a un neófito en política.
Es difícil separar el trabajo de campaña de Musk de otras influencias que llevaron a Trump a la Casa Blanca. Pero no cabe duda de que la elección fue una victoria no solo para Musk, sino también para la política del gran capital: un donante ultra rico aprovechó el cambiante sistema de financiación de campañas de Estados Unidos para inclinar la balanza como nunca antes.
Musk financió casi en solitario una campaña que costó más de 175 millones de dólares. Sus representantes tocaron cerca de 11 millones de puertas en los estados disputados desde agosto, incluidos 1,8 millones en Míchigan y 2,3 millones en Pensilvania, según personas con conocimiento del asunto. Se gastaron otros 30 millones de dólares en un gran programa de correo directo y unos 22 millones en publicidad digital, incluso en medios afines a Trump como Barstool Sports.
Cuando Musk se reunió por primera vez con asesores políticos en primavera, se centró en captar entre 800.000 y un millón de votantes de “baja propensión” en siete estados disputados: personas, especialmente en zonas rurales, que podrían inclinarse a votar por Trump pero que tenían un historial electoral irregular. Aún no está claro si Musk tuvo éxito en esa métrica, aunque Trump se adjudicó un margen dominante en las zonas rurales, uno de los objetivos de Musk.
El aparente éxito del comité independiente de campaña podría inspirar iniciativas similares y contribuir a transformar las campañas modernas. Las nuevas directrices de la Comisión de Elecciones Federales, publicadas en marzo, permiten ahora a las campañas presidenciales coordinar estrechamente las operaciones de terreno con los comités independientes de campaña.
“No hay razón para gastar el preciado dinero de las campañas federales en trabajo de terreno de la campaña si existen organizaciones externas con un historial probado y una infraestructura verificable”, dijo el activista conservador Ralph Reed, cuyo propio comité independiente de campaña, la Faith and Freedom Coalition, dijo que había llamado a cerca de 10 millones de puertas en nombre de Trump.
Musk se apoyó mucho en tácticas de captación de votantes probadas anteriormente. El martes, por ejemplo, destacó que había ofrecido una “flota de vehículos” a los votantes de Trump, incluso a la comunidad amish de Pensilvania, cuyos miembros no conducen automóviles.
Dio prioridad al voto anticipado y en ausencia, a pesar de que Trump había pasado años ridiculizándolo. Después de que el equipo directivo de Musk saliera al campo a finales de agosto, ajustaron los guiones de los representantes de campaña para que se centraran no solo en identificar a los partidarios de Trump, sino también en fomentar el voto en ausencia y proporcionar un código QR para solicitar el voto por correo.
Pero Musk, como suele hacer, también sobrepasó los límites. Ofreció incentivos económicos a posibles votantes, como regalos de un millón de dólares a quien firmara una petición de apoyo a la libertad de expresión y el derecho a portar armas. La maniobra, que prevaleció sobre una demanda del fiscal del distrito de Filadelfia, atrajo montones de publicidad gratuita. El Departamento de Justicia puso en duda la legalidad de la iniciativa, pero no la ha impugnado ante los tribunales.
Y Musk se convirtió en uno de los principales animadores y promotores de Trump. En X, su cuenta, la más seguida de la plataforma, se convirtió en un megáfono pro-Trump, incluso compartiendo desinformación sobre fraude electoral y teorías conspirativas.
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