Las hemorroides duelen, sangran y resultan muy incómodas. En la actualidad, existen desde tratamientos mínimamente invasivos hasta la cirugía asistida con láser para eliminar estas molestas protuberancias, e incluso tratar otros problemas habituales en el ano como fisuras o fístulas
Los doctores Carlos Durán Escribano y José Tomás Castell, jefes asociados de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Centro médico-quirúrgico Olympia, destacan que «no hay un único tratamiento de las hemorroides, sino que este debe ser indicado después de una valoración individual y en función de la clínica, exploración, edad, sexo y preferencias del paciente».
En este artículo te hablamos de cómo tratar las hemorroides con o sin cirugía. ¡Di adiós a las pomadas!
Tipos de hemorroides y síntomas
Estos bultos que pueden aparecer dentro o fuera del recto del ano son tan frecuentes como molestos. De hecho, se estima que la mitad de la población presentará alguno de los síntomas a lo largo de la vida.
Las hemorroides se clasifican en 4 grupos:
- Grado 1. Cuando sangran y son internas.
- Grado 2. Sangran y, al defecar, pueden salir al exterior con el esfuerzo. Sin embargo, su tamaño se reduce de manera espontánea.
- Grado 3. Salen por fuera con el esfuerzo durante la defecación, pero, en este caso, no se reducen por sí solas, sino que se debe hacer de forma manual.
- Grado 4. Siempre están por fuera, lo que técnicamente se conoce como «prolapsadas». Sus principales efectos son sangrado, dolor o sensación de peso.
Tratamientos de hemorroides con o sin cirugía
La elección de la técnica más adecuada depende del grado de las hemorroides. Los doctores matizan que «cuando están muy avanzadas, es decir grados III severos y IV, muchas veces la única opción de tratamiento es la resección quirúrgica«.
Sin embargo, las hemorroides más habituales son menos graves, aunque resultan igual de molestas. Las personas con esta patología suelen recurrir solo a pomadas e inconscientemente dejan que se agrave, ya sea por miedo o por desconocimiento de otras posibles soluciones médicas.
Por esta razón, los especialistas precisan que «con tratamiento local y conservador logramos mitigar los síntomas en estos casos y evitar su evolución a grados mayores».
Además de la cirugía tradicional, existen técnicas no quirúrgicas convencionales como la esclerosis, la crioterapia o las bandas elásticas. A estos hay que sumar la radiofrecuencia, que se ha convertido en una alternativa al tratamiento quirúrgico, y el láser de diodo o CO2, cuyo método de corte menos agresivo resulta muy útil en la operación hemorroidal.
Uso de radiofrecuencia en las hemorroides
Esta técnica ambulatoria permite eliminar hemorroides menos graves en 20 minutos y evita heridas quirúrgicas. Este procedimiento mínimamente invasivo se conoce como método Rafaelo y se realiza bajo sedación y anestesia local.
En concreto, usa el principio de la termocoagulación por radiofrecuencia, que consiste en la emisión de ondas electromagnéticas de alta frecuencia.
Durante la intervención se introduce una sonda específica hasta la hemorroide, sobre la que se aplica energía de radiofrecuencia para su ablación. Esto provoca su deshidratación y fibrosis, lo que consigue acabar con el sangrado y el prolapso. «Podríamos decir que ‘secamos’ la hemorroide», puntualizan los especialistas. Precisamente, la principal diferencia respecto a la cirugía tradicional es que no requiere extirpar esta protuberancia anal.
Otra ventaja de la radiofrecuencia es que el postoperatorio causa poco dolor y no necesita demasiados cuidados. Los doctores añaden que «permite una rápida reincorporación a la vida cotidiana».
En general, la radiofrecuencia se aconseja en hemorroides que no sean muy grandes, hasta el grado III. También se puede utilizar en combinación con la cirugía para casos más severos, ya que ayuda a reducir la herida y disminuir el dolor postoperatorio.
Cirugía hemorroidal con láser
Este tratamiento quirúrgico se utiliza para extirpar el tejido hemorroidal prolapsado, así como la parte que sale por fuera y que no se puede reducir. En general, se recomienda en hemorroides muy avanzadas o que tienen un tamaño demasiado grande.
En más detalle, los doctores apuntan que «esta cirugía se realiza asistida con láser de CO2, que genera un ‘corte’ muy limpio y poco agresivo de la hemorroide». De esta manera se consigue una mejor cicatrización y menor dolor.
Aunque se trata de una de las técnicas más eficaces y con menos tasa de reproducciones, su postoperatorio suele ser doloroso y lento hasta que las heridas se cicatrizan totalmente. En relación a ello, los expertos aclaran que «para evitar el dolor postoperatorio se utilizan técnicas de relajación del esfínter anal, bien por medio de una esfinterotomía lateral o bien utilizando toxina botulínica o bótox».
Diferencias entre fisura anal, fístula y hemorroides
Estos problemas en el ano pueden generar multitud de molestias en el día a día, pero no hay que confundirlos.
Mientras que las hemorroides son bultos que aparecen dentro o fuera del recto, las fisuras son heridas o desgarros que se originan en el canal del ano, sobre todo en la parte inferior.
Los signos más comunes de las fisuras en el ano son el dolor y el sangrado que se produce durante la deposición y que puede durar horas. Los doctores señalan que «pueden ser agudas o crónicas con episodios clínicamente bien y periodos con crisis de dolor».
En cambio, la fístula anal es una conexión anómala entre la mucosa del ano y la piel. Los especialistas matizan que «se trata de un túnel con un orificio interno a nivel de la mucosa del ano, y uno externo a nivel de la piel que rodea el ano».
Entre los efectos de la fístula destacan el dolor, la sensación de inflamación y el endurecimiento de la zona próxima al ano. Los doctores advierten que «puede abrirse de forma espontánea con salida de contenido purulento o requerir drenaje quirúrgico de urgencias«.
Cuándo y cómo tratar una fisura anal
La primera recomendación es introducir pautas dietéticas orientadas a prevenir el estreñimiento. También se aconseja utilizar medicación para reducir la contractura del esfínter, así como analgésicos y pomadas para favorecer la cicatrización.
En el caso de que la fisura se cronifique o presente una sobreinfección, sí que se puede indicar la cirugía de fisura anal, que se realiza bajo sedación y con anestesia local. «Consiste en resecar el tejido de la fisura para permitir su cicatrización y asociar una maniobra para relajar el esfínter, que es el causante del dolor crónico», aclaran los doctores.
Entre las técnicas utilizadas se encuentran la toxina botulínica y la esfinterotomía lateral. La primera consiste en inyectar bótox para relajar el esfínter de manera transitoria, lo que disminuye el dolor y facilita la cicatrización de la herida. En especial se recomienda a mujeres jóvenes en edad fértil o personas con problemas en el esfínter o el suelo pélvico.
En cuanto a la esfinterotomía lateral, se realiza un corte controlado y parcial del esfínter interno logrando su relajación y con escaso riesgo de incontinencia posterior
Operación de fístula anal
Primero se debe drenar la infección y, después, tratar la fístula y cerrar la conexión entre la mucosa y la piel del ano. «La dificultad de tratamiento se centra en evitar lesionar los esfínteres del ano, que casi siempre se ven afectados por el trayecto de la fistula», afirman los especialistas.
Si la fistula es superficial, se puede utilizar el láser de CO2 para llevar a cabo la resección. Pero en las más complejas es preferible optar por técnicas conservadoras que evitan posibles lesiones. Al respecto, los doctores manifiestan que «inicialmente se suele colocar un sedal o Setón a lo largo del trayecto que entra por orificio interno y sale por el externo, lo que permite drenar la infección y limitar el trayecto de la fistula para su tratamiento unas semanas después».
Actualmente, existen tratamientos menos invasivos como la radiofrecuencia o el láser de diodo, que incluye el uso de una herramienta llamada fistuloscopio. De esta manera se puede visualizar, lavar y cerrar todo el recorrido de la fístula.
Otra técnica disponible es la ligadura del trayecto fistuloso o LIFT, que también facilita el cierre de los orificios interno y externo.
Leave A Comment