Desde Caracas hasta la alfombra roja de los Óscar, Sofía Blanco sigue marcando huella en la industria cinematográfica. Esta cineasta, ahora residenciada en Brooklyn, Nueva York, formó parte esencial de la aclamada producción independiente Anora, que enamoró al público y consolidó su lugar como Mejor Película en los Premios Óscar 2025. Con una mezcla de pasión por el arte e ingenio tras bambalinas, Sofía demuestra que no hay límites para quienes persiguen sus sueños desde lo más profundo.
La pasión de Sofía por el cine nació durante su infancia en Venezuela. “Grabábamos películas caseras con la cámara de mi papá, inventando historias con mis amigos y primos”, recordó. Más tarde, al llegar a Boston, esa curiosidad inicial se intensificó. Aunque inicialmente exploró diversas vocaciones, desde psicología hasta matemáticas, fue durante sus años universitarios en Columbia cuando cayó en su verdadera vocación.
Cuando le llegó la oportunidad de unirse a Anora, Sofía no lo dudó. Trabajar junto a Sean Baker, un director conocido por títulos como The Florida Project y Tangerine, era un sueño. “Lo admiro mucho. Tiene una forma única de contar historias y, cuando leí el guion, supe que esta sería una película especial”, declaró.
Como segunda asistente de dirección, su responsabilidad era coordinar el trabajo de múltiples departamentos para que todo estuviera listo para filmar, resolviendo imprevistos y hasta cambios de último minuto. Esta capacidad de adaptación y eficiencia fue fundamental para el éxito de la filmación.
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